Me gustaria deciros que en un rincón remoto del bullicioso mercado de Bangkok, envuelto en una atmósfera de misterio y tentación encontré mi preciada posesión: mi primera cámara fotográfica. Pero no fué así, fue en un centro comercial concurrido por ricos y snobs, por amantes del Karaoke que se encerraban en las cabinas de karaoke insonorizaban y daban rienda suelta a su…(pasión). Alli compré mi primera camara de fotos, una Minolta500si Dinax. Fue un encuentro que marcaría el comienzo de una pasión que me acompañaría durante toda mi vida. Aunque modesta en su aspecto ahora, en el 2001 aquel aparatito era mi posesión más preciada, aquella cámara analógica se convirtió en mi fiel compañera, capturando momentos y creando recuerdos imborrables.
El lugar en el que adquirí mi cámara tenía una reputación peculiar. Thailandia, el país de las imitaciones, era famoso por ofrecer productos que desafiaban la autenticidad. Pero a los 20 años de edad nadie piensa que le pueden estafar, de hecho tampoco pensamos en que nos podemos morir, a esas edades somos inmortales. ¿o no?
El día en que mis dedos tocaron el suave metal de la cámara, sentí una oleada de emoción y anticipación. Era consciente de que esa modesta pieza de tecnología tenía el poder de capturar momentos fugaces y transformarlos en recuerdos tangibles. Sin embargo, también tenía pleno conocimiento de mis limitaciones y de mi inexperiencia en el mundo de las cámaras. Aun así, me impulsaba una pasión inquebrantable y el deseo de explorar el mundo a través del ojo de la cámara.
A medida que comenzaba a familiarizarme con los controles y las peculiaridades de mi Minolta analógica, me enfrentaba a desafíos y limitaciones que los fotógrafos modernos no experimentan. No tenía la comodidad de la visualización instantánea ni la inmediatez de la corrección digital. En cambio, cada disparo era un acto de fe, y trabajando de oido. El chasqueo de la maquina te daba toda la información sobre si la foto estaba sobre expuesta, o subexpuesta. Y cómo no el momento insuperable de revelar las imágenes en el laboratorio con el anhelo de que hubieran sido capturadas con precisión y emoción.
Mi pasión por la fotografía creció exponencialmente. Con cada nueva toma, me adentraba más en el mundo de la composición, la luz y la narración visual. Aprendí a apreciar los matices sutiles, los contrastes dramáticos y los momentos efímeros que solo la fotografía podía capturar. Mis imágenes comenzaron a tomar forma, revelando mi visión artística y mi forma única de ver el mundo.
A medida que mi habilidad técnica mejoraba, sentí la necesidad de compartir mis creaciones con el mundo. La venta de mis fotografías se convirtió en una parte integral de mi viaje como fotógrafo. A través de la venta en línea y en tiendas físicas, mis imágenes encontraron hogares en las paredes de aficionados al arte y coleccionistas, llevando consigo una parte de mi visión y mi alma creativa.
El proceso de comercialización de mis fotografías fue un desafío en sí mismo. Aprendí a navegar por el mundo del marketing, la promoción y la negociación. Cada venta representaba un logro, una validación de mi trabajo y un impulso para seguir persiguiendo mi pasión. La venta de mis fotografías no solo me permitió ganarme la vida, sino que también me conectó con personas de todo el mundo que valoraban y apreciaban mi arte.
A lo largo de los años, mi trayectoria fotográfica se ha convertido en un viaje de autodescubrimiento y crecimiento. Cada imagen capturada es un reflejo de mi perspectiva única, de mi amor por la belleza y mi deseo de transmitir emociones a través del arte. La fotografía ha sido mi lenguaje, mi forma de comunicarme con el mundo, de contar historias sin palabras.
Hoy, cuando miro hacia atrás en aquel encuentro en Bangkok, me siento agradecido por haber tomado ese primer paso en mi viaje fotográfico. Aunque mi primera cámara analógica era modesta y adquirida con temor a una imitación, se convirtió en la semilla de una pasión floreciente. La venta de mis fotografías, tanto en línea como en tiendas físicas, es una prueba tangible de mi dedicación y mi habilidad para compartir mi visión artística con el mundo.
En resumen, mi historia como fotógrafo comenzó en el bullicioso Bangkok, donde compré mi primera cámara analógica con incertidumbre y emoción. A través de los años, mi pasión y habilidad han evolucionado, llevándome a comercializar con éxito mis fotografías en tiendas físicas y en línea. La fotografía se ha convertido en mi forma de arte preferida, permitiéndome expresar mi visión única y transmitir emociones a través de imágenes cautivadoras. Cada foto vendida representa un logro y un testimonio de mi amor por el arte y la fotografía.
Me he establecido en Barcelona, la ciudad que me vio nacer y en la que finalmente encontré mi hogar después de mucho viajar, he explorado diversas ramas de la fotografía a lo largo de mi carrera. Sin embargo, fue en el mundo del boudoir donde encontré mi verdadera pasión y especialización.
El boudoir, una forma de fotografía íntima y sensual, se convirtió en mi lenguaje artístico preferido para expresar la belleza femenina y capturar la esencia de la feminidad. Barcelona, con su atmósfera romántica y sus escenarios evocadores, se convierte en el telón de fondo perfecto para estas sesiones fotográficas llenas de elegancia y sensualidad.
Cada imagen boudoir que capturo es una celebración de la sensualidad y la confianza de la mujer. A través de una cuidadosa selección de atrezo, iluminación suave y poses sugerentes, busco resaltar la belleza única de cada persona y capturar la esencia de su poder femenino. Barcelona, con su encanto inigualable, añade un toque de magia a cada sesión, creando una sinergia única entre la ciudad y la modelo.
La intimidad y la sensualidad se entrelazan en cada rincón de Barcelona, y a través de mi lente, busco capturar esos momentos fugaces y convertirlos en imágenes atemporales. Cada sesión boudoir se convierte en una experiencia transformadora, en la que las mujeres se sienten empoderadas y hermosas, redescubriendo su propio poder y confianza.
A medida que mi reputación en el campo del boudoir crecía, Barcelona se convirtió en un centro de inspiración y oportunidad. Las mujeres de todas partes llegaban a esta ciudad en busca de una experiencia boudoir única y personalizada. Mi enfoque artístico y mi capacidad para crear un ambiente seguro y cómodo hicieron de Barcelona un destino deseado para aquellos que buscaban una experiencia boudoir excepcional.
A través de la venta de mis fotografías, tanto en tiendas físicas como en línea, he tenido el honor de compartir mi visión artística y sensual con un público cada vez más amplio. Barcelona, con su aprecio por el arte y la belleza, ha sido el lugar ideal para exhibir y comercializar mis obras. La ciudad se ha convertido en un escaparate donde los amantes del arte pueden apreciar la fusión de sensualidad, arte y feminidad que caracteriza mi estilo.
En resumen, Barcelona, la ciudad que me vio nacer y en la que finalmente encontré mi lugar en el mundo, se ha convertido en la fuente de inspiración constante para mi fotografía boudoir. A través de mi lente, capturo la sensualidad y la belleza femenina en un ambiente romántico y evocador. Barcelona, con su encanto y su atmósfera única, se convierte en el compañero perfecto en mi viaje artístico, donde la sensualidad y la feminidad se unen en una danza eterna.